Tomar conciencia de la visión Sistémica

La visión sistémica es, en el sentido más general, una forma de ver el mundo.

En primer lugar, hace gran énfasis en la cuestión de cómo vemos el mundo, es decir, nuestra interpretación subjetiva de los acontecimientos.

Los seres humanos no poseemos conocimiento infinito, contamos con una capacidad limitada, tanto sensorial como cognitiva, para interpretar eventos.

Esta limitación se pone de manifiesto en el hecho de que nuestra atención es siempre limitada, nuestro razonamiento es parcial y continuamente utilizamos suposiciones para llegar a conclusiones de forma rápida. Desde una visión sistémica, es fundamental tomar conciencia de esas limitaciones y parcialidad dentro de nuestros razonamientos y modelos.

El núcleo de la visión sistémica es el reconocimiento de esta subjetividad; el reconocimiento de que el mundo que percibimos no tiene meramente una forma objetiva, sino que, en realidad, nuestra estructura conceptual define e interpreta toda la información e iniciativa que tomamos, tanto en la ciencia, en la administración, en la ingeniería como en la vida diaria. Precisamente debido a esto, la visión sistémica postularía que cualquier emprendimiento de iniciativa exige primero conocer la estructura del paradigma en el que se encuentra.

Esta forma de pensamiento se diferencia del enfoque analítico, el cual sostiene que el mundo es objetivo en gran medida, simplemente existe, y nosotros solo tenemos que ir y descubrir cómo funciona. En este caso, no se hace referencia a los supuestos y al paradigma global que se emplean para comprender el mundo. Su principal objetivo es simplemente el construir modelos con los que entender esta realidad objetiva.

La visión sistémica pone de manifiesto que la dimensión subjetiva, de cómo interpretamos los hechos, es tan importante como la investigación objetiva.

Si no somos capaces de entender nuestros procesos de razonamiento subjetivo, no tenemos manera de saber si son válidos o inválidos; si lo que sabemos está sometido a suposiciones coherentes o, si por el contrario, está basado en suposiciones falsas y débiles.

Concienciarse

La visión sistémica, por lo tanto, pone un mayor énfasis en la concienciación personal, que es la capacidad de saber y percibir, sentir, y ser consciente de los acontecimientos, objetos, pensamientos, emociones, o patrones sensoriales. Ser consciente de la forma personal que se tiene de ver el mundo y de nuestros procesos mentales es un prerrequisito para unas capacidades cognitivas eficaces.

En este sentido podemos entender la visión sistémica como una forma de metalenguaje en la que sus fines principales son ayudar a los individuos a entender sus propios procesos de razonamiento, y cómo nuestras acciones y el mundo que ellas construyen dirigen nuestro razonamiento y nuestra forma de ver el mundo.

David Bohm, el famoso físico teórico del siglo XX habla sobre esto:

“la razón por la que no vemos nuestros problemas es que los medios mediante los que tratamos de resolverlos son la causa. Esto puede sonar extraño a cualquiera que lo ha oiga por primera vez, puesto que nuestra cultura en su conjunto se enorgullece de la idea de que nuestro mayor logro se basa en la capacidad de pensamiento, con lo que no trato de decir que dichos logros sean insignificantes. Existen muchos avances en tecnología y de forma distinta, en la cultura. Pero también está la otra cara de la moneda… Una de las cosas que obviamente está mal es su fragmentación; separar las cosas en partes que no debería significar romperlas. Podemos ver lo que pasa, vemos el mundo dividido en naciones, sin embargo, el mundo es solo uno, y vemos que las naciones tienen límites, los cuales nosotros hemos establecido. Todo esto se ha establecido e inventado a través del pensamiento. Si vas al límite de una nación no hay nada realmente”

Esta cita ilustra bien cómo nuestra forma de pensar crea el mundo de nuestro alrededor y, en definitiva, cómo crea los problemas que encontramos.

Antes que nada, comprendiendo estos procesos de razonamiento y el paradigma que condiciona nuestra forma de ver el mundo, tendremos una mayor oportunidad de marcar la diferencia, conocer más profundamente el mundo que nos rodea, y adquirir mejores capacidades para actuar de forma eficaz en él.

Razonamiento eficaz

La cognición es un ejercicio muy exigente y, por tanto, tiene sentido para nosotros utilizar prejuicios y supuestos para limitar el gasto de energía de este ejercicio tan costoso.

Estas herramientas, basadas en razonamientos preconcebidos y supuestos, son una importante forma de abstracción, pero debemos ser capaces de utilizarlas en lugar de que las herramientas nos utilicen a nosotros. Pensar de forma eficaz es entender las dinámicas del sistema conceptual que estamos usando, lo que nos da la capacidad de utilizarlas de forma profesional para generar conocimiento, en lugar de ponernos nosotros a su disposición simplemente reaccionando a nuestros prejuicios.

Tácitamente asumimos que controlamos nuestros procesos de razonamiento y cómo vemos el mundo. La Ilustración nos dio la concepción del individuo racional, la idea de que los seres humanos estamos dotados con la capacidad del pensamiento abstracto, que los humanos modernos somos racionales y calculadores, y que usamos nuestra capacidad intelectual para actuar de una forma intencionada.

Sin embargo, alrededor de los últimos treinta años esta concepción del raciocinio se ha demostrado limitada dentro de la investigación de las ciencias sociales y económicas.

Los seres humanos son capaces de utilizar el pensamiento abstracto, pero no es lo que hacen normalmente. Para la mayoría de la gente, no es una tarea agradable y requiere mucho esfuerzo. En lugar de esto, a menudo utilizamos toda clase de procesos automáticos basados en supuestos para no tener que razonar. En este proceso no somos agentes activos de nuestro pensamiento, sino que nos guiamos por supuestos.

Pensamiento eficaz

Para llegar a pensar de forma eficaz, necesitamos ser conscientes del conjunto de nuestros supuestos y creencias, e igualmente entender el paradigma que estamos utilizando. Es preciso ser conscientes de los supuestos que utilizamos y ser capaces de ajustarlos cuando sea necesario. Debemos usar conceptos y procesos de razonamiento como un profesional usa sus herramientas, no dejando que esas herramientas nos usen a nosotros, que normalmente es el caso.

 David Bohm manifiesta este hecho muy bien cuando dice:

“hay un sentimiento cuando se está pensando en algo, no sirve de nada excepto informarte de cómo son las cosas, y después tú escoger qué hacer ello. Ese es el camino del que la gente está hablando, pero la forma en la que piensas determina el camino de lo que vas a hacer, y después no te das cuenta que el resultado siempre vuelve, y no lo ves como una consecuencia de lo que has hecho, y menos aún, lo ves como un resultado de lo que estabas pensando. Hasta que la forma de pensamiento cambie esto no se corregirá… Hasta que no veamos la raíz de las cosas, nunca cambiará, necesitamos cierta conciencia de que la forma de pensar nos está llevando hacia ese camino, lo que parece fácil, pero la cual no tenemos hablando en términos generales”

La visión sistémica reconoce que ante todo es la forma en la que pensamos la que crea el mundo en el que vivimos. Por consiguiente, la visión sistémica primordialmente se interesa en las capacidades metacognitivas que son requeridas para entender, evaluar y para usar el pensamiento de manera eficaz y constructiva.

Así que es aquí donde empezamos el viaje de la visión sistémica, para empezar, habría que preguntarse:

¿cómo veo el mundo? ¿Cuál es mi conjunto de supuestos, creencias y valores?

Entonces debes salir al exterior y darte cuenta de cómo la forma en la que ves el mundo afecta a la forma en la que actúas, y la manera en la cual tu visión global te influencia y condiciona a lo que vas a prestar atención y, también, a qué no vas a prestar esa atención, y así se va moldeando tu percepción a diario.