Debate en torno a la Organización de la vida: Hombre Vs Maquina.

Ludwig Von Bertalanffy  se propuso con su Teoría General de Sistemas  afrontar el problema esencial de la organización de la vida, superando algunos de los fundamentos teóricos del pensamiento moderno, esforzandose por mostrarnos al ser humano tal y como es en realidad: un organismo complejo. Esto ha generado un cambio radical en nuestra manera de conocer el mundo y de interactuar con él.

Todo organismo es un sistema, esto es, un orden dinámico de partes y procesos en interacción mutua.  Ludwing Von Bertalanffy. Teoria General de los Sistemas., p. 218.

Rene Descartes con su método había situado las bases para concebir una representación del ser humano y del ser vivo en general como una Máquina. Las leyes del mundo inanimado (no vivo) eran de aplicación a la “máquina humana” (Bête Machine) basado en la premisa del estímulo-respuesta.

Este paradigma se ha extendido hasta nuestros días en la psicología, en particular, la escuela de Skinner denominada conductismo Escribió en 1938 el libro titulado “La Conducta de los Organismos”, en la cual introdujo sus tesis y la novela Walden II en 1948, donde intentó describir el diseño inteligente de una “buena vida” en una comunidad regida por los principios del conductismo. Y por descontado en la obra de Taylor, el padre de la organización de la empresa industrial, con su medida obsesiva de tiempos y espacios de trabajo regida por su instrumento fetiche: el reloj.

 

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Descartes, «L’homme_et_un_traitte…»
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 Escisión espitemológica. Fundamento moderno de la organización de la vida 

Volvamos a Descartes. A la máquina humana tan sólo le faltaba el soplo divino, para poder ser humana. Pero esto para Descartes estaba al margen de la naturaleza, era un componente procedente del creador: el libre albedrío. ¿Cómo probar la existencia del libre albedrío? En función del propio pensamiento ¿Cómo hacer ciencia? Separando el observador del objeto bajo observación.

Haciendo independiente precisamente la capacidad de aprender de lo aprendido, y por consiguiente eliminando de raíz a los constructores de sistemas, de los sistemas construidos y por ello dando pie a que la ciencia fuera una construcción que Lewis Mumford denominó “Mega-Máquina” un nuevo fetiche alrededor del cual la ciencia ha estado bailando como lo hicieran los chamanes alrededor del sol.

No fue hasta que Freud recuperó la importancia de comprender la subjetividad del ser humano, que ésta subjetividad, quedó reducida a su simple existencia, desterrada del interés científico y su comprensión.

From: pixabay.com

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Reconozcamos que la ciencia maquinal, este paradigma, fue fructífero, dio como resultados la concepción mecánica del ser humano, la anatomía, el funcionamiento de huesos y músculos, el descubrimiento del torrente sanguíneo. La acústica y la óptica fueron clave para comprender el funcionamiento del oído y del ojo respectivamente. La máquina es una buena analogía para describir ciertos niveles de orden. Orden y organización no son conceptos idénticos, tienen matices.  El orden es estático  mientras que la organización es un concepto dinámico, es la capacidad de organizar.

La física clásica ha tenido un éxito arrollador en sistemas “no vivos”, en el estudio de los sistemas complejos no organizados, como gases, regidos por la probabilidad y la segunda ley de la termodinámica (la entropía) o en el estudio de los sistemas organizados, como los materiales sólidos.

Limites de la Ciencia Maquinal. La Compleja Organización de la Vida.

La explicación de la organización y creación de la vida, desde un embrión hasta un ser vivo adulto o bien la evolución que se expresa en miles de formas vivas diferentes transgrede el paradigma de la física, analítico y reduccionista. Observando cómo se genera un organismo, desde dos células hasta la creación de un organismo vivo parece que el paradigma de la física pierde un concepto clave: la misión, la teleología (Aristóteles) y lo que L.V. Bertalanffy denominó Equifinalidad. Este es un problema antiguo nacido en la filosofía griega: el debate entre el mecanicismo y el vitalismo. Algo que Bergson denominó Elan Vitale, o impulso vital.

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Una segunda cuestión fue la perspicaz observación de Von Bertalanffy de que diversos fenómenos de la física, de la química y de las ciencias sociales se expresan mediante formulaciones o representaciones muy similares. Esto se extiende también a la mecánica y al electromagnetismo. El hecho que las representaciones de fenómenos diferentes sean tan similares es lo que Von Bertalanffy denominó “Isomorfismo”, es decir una forma de plantear un proyecto epistemológico puesto que enfatiza la representación, la forma de comprender.

También un salto radicalmente nuevo con respecto a la “Maquina”, puesto que Von Bertalanffy alerta sobre las “analogías” o metáforas superficiales entre fenómenos de naturaleza distinta. Atención por tanto a la subjetividad, el hecho que algunos vean máquinas en las organizaciones no necesariamente implica que estas máquinas existan en la realidad sino, quizás (no nos pasemos de Freudianos) en la mente obsesiva del observador.

Es imposible hacer analogías sobre un gas, un material sólido o inclusos un nido de hormigas y la organización humana, o incluso entre un organismo vivo y la sociedad, puesto que se eliminaría aquello que tanto preocupaba a Descartes, que paradoja!, el libre albedrío y la individualidad.

Los sistemas complejos con unidades autónomas dotadas de libre albedrío y capacidad de aprender son otro problema para la ciencia.

En mi próximo post reflexionaremos sobre epistemología, organización e información…