La integración significa unir o conectar cosas. Es el proceso de combinar o sumar partes para formar un conjunto unificado.

Esto es lo contrario de la desintegración o diferenciación, que significa “separar”. El nivel general de integración de un sistema se puede medir con respecto a la integridad de red de conexiones entre sus partes.

El paradigma de sistemas tiene un enfoque que mira el mundo en base a relaciones e integración.

Los sistemas son conjuntos integrados y sus propiedades no pueden ser reducidas a las de sus partes constituyentes. En vez de fijarse en los componentes básicos, el enfoque de sistemas enfatiza los principios de organización: como los componentes se integran en patrones organizados conjuntos.

Cuando el grado de conectividad es bajo, lo que define a una entidad es simplemente una serie de elementos; a medida que el grado de conectividad incrementa son las conexiones entre estos elementos las que definen esta organización como un sistema.

Por lo tanto lo que define a un sistema es el grado de conectividad, intercambio, e interdependencia entre las partes. A un bajo nivel de conectividad, las partes de un sistema definen las relaciones y el conjunto. Pero en sistemas integrados con alta conectividad, esto se invierte: son las conexiones y el sistema conjunto los que moldean las partes individuales.

Unificacón

El grado de integración de las conexiones de un sistema es importante ya que define como de unificado está este sistema.

Las conexiones son las que permiten el flujo de algún tipo de recurso a través de ellas; este flujo de recursos a través del sistema es lo que lo “ata” y lo convierte en una unidad interdependiente.

Por ejemplo, el flujo de sangre a través de la red de venas dentro del cuerpo es el factor primario de integración de este sistema. Asimismo, el flujo de comunicaciones, a través de los medios de difusión de una nación, es lo que unifica una nación-estado moderna en una única unidad sociocultural.

Otro ejemplo se encuentra en el capital social, que se puede entender como el número de conexiones dentro de una comunidad de personas. Una comunidad fuerte es una red de conexiones integrada a través de la cual fluyen los recursos y permite a la comunidad conocerse a misma y operar como una unidad.

Cualquier nueva conexión en un sistema permite que algún tipo de recurso fluya más eficientemente, ya sean bienes a través de una red de transportes, información a través de la red global de telecomunicaciones o el flujo de recursos dentro de un ecosistema a través del intercambio entre la criaturas que lo forman.

Cuantas más conexiones haya, más alta será la integración y más parecida será la organización a un sistema unificado.

Desintegración

La desintegración se puede entender como lo opuesto a la integración, ya que consiste en dividir o remover conexiones y resulta en una reducción del grado de interacción global.

A medida que un sistema se desintegra sus relaciones se reducen y sus partes se desconectan. Esto hace que las partes dejen de ser interdependientes, y simplemente vuelven a ser una serie de componentes no unificados.

Desde este punto de vista, si observamos una comunidad funcional y un gueto urbano disfuncional, la diferencia es que en el primero hay algún tipo de integración que permite el flujo de recursos entre los miembros de esta comunidad, mientras que la comunidad disfuncional representa una red desintegrada que no permite este flujo de recursos y una funcionalidad global.

A pesar de que la desintegración pueda parecer solamente disfuncional, ésta  desempeña un rol importante en el desarrollo de un sistema ya que sin desintegración no puede haber reintegración.

Por ejemplo, a nivel del individuo, este proceso dinámico de integración y desintegración se denomina desintegración positiva, en psicología. A diferencia de la psicología tradicional, este marco teórico ve la tensión psicológica y la ansiedad como necesarias para el crecimiento. Por lo tanto, los procesos desintegrativos se ven como positivos, ya que las personas que no atraviesan una desintegración positiva puede que permanezcan en un estado de integración primaria.

Procesos

Las conexiones dentro de un sistema y su integración global permiten el funcionamiento de procesos que abarcan todo el sistema. A través de las conexiones, las partes de un sistema se vuelven interrelacionadas en la realización de una función común.

Por ejemplo, el sistema digestivo del ser humano es una serie de componentes integrados a través de un nexo de conexiones para realizar la función común de digerir la comida y convertirla en nutrientes.

Otro ejemplo puede ser el de una empresa operando como un sistema integrado, en el cual hay procesos de producción  que pueden desarrollarse abarcando toda la organización. La funcionalidad del sistema puede verse reducida si alguna parte no funciona correctamente o si falta interoperabilidad entre los elementos, lo cual conduce a una reducción en la integración del sistema.

La integración a través de las conexiones también forma la base para el proceso de emergencia.

Para conseguir emergencia dentro de un sistema, las partes deben estar integradas para que un proceso global pueda ocurrir a través de sus conexiones. Otro ejemplo de esto se ve en la globalización, que es la integración internacional, donde podemos observar la llegada de procesos globales, como los de producción y logística, que requieren la integración de las economías y organizaciones a través de todo el mundo.

Autonomía

La integración es el factor que define la autonomía de un sistema.

Ya que lo que define un sistema es el patrón de conexiones entre las partes, cuantas más interconexiones e interdependencia haya entre sus elementos mejor puede funcionar el sistema como una unidad congruente e integrada; diferenciando su autonomía de su entorno.

El intercambio entre las partes permite que existan procesos dentro del sistema que sean autónomos, hasta cierto punto, con respecto a su entorno y a otros sistemas.

Dentro de una comunidad de personas integrada hay cierto procesos que la hacen una sociedad funcional y autónoma, con sus creencias, instituciones sociales y actividad económica que están interrelacionadas y forman una sociedad congruente.

La dependencia puede ser entendida como lo opuesto de la autonomía, y por tanto como la falta de integración autónoma. Sin las conexiones apropiadas entre las partes, el sistema requiere más conexiones a otras entidades de su entorno para permitir que los procesos funcionales puedan ocurrir.

Integridad

La integridad es un factor que define la autonomía.

La palabra integridad proviene del adjetivo “integer” en latín, que quiere decir “entero” o “completo”. La integridad es el estado de estar integrado en un conjunto.

La integridad personal de un individuo, por ejemplo, es la la capacidad de definir una serie de reglas morales que son coherentes, y que uno sigue cuando actúa. En este contexto, la integridad, generalmente es entendida como una elección personal de regirse a uno mismo con una moralidad y ética establecida.

La integridad es opuesta a la hipocresía, donde la hipocresía significa la falta de integración entre los valores pronunciados por uno mismo y sus acciones. La hipocresía implica que uno tiene valores y acciones contradictorios, y por lo tanto una falta de integración.

Cuando alguien actúa en base a la integridad, actúa acorde a una serie de reglas coherentes. Esto permite su autonomía cuando ocurre algún acontecimiento externo, basado en otra serie de reglas. Cuando una actúa con integridad, actuando consistentemente basándose en una serie de reglas, una persona define su autonomía y se gana la confianza de otros. Bajo esta integridad, otros pueden confiar que esta persona continuará operando consistentemente bajo la misma serie de reglas en el futuro, de forma que otros sienten que saben cómo actuará y pueden contar con que esta persona tomará acción en base a las reglas.

Integración y Desintegración

La integración y la desintegración forman un proceso dinámico a través del cual un sistema se desarrolla para formar parte de sistemas más grandes y otros entornos.

Esto se debe a que para integrarse en otro sistema, el primer sistema debe desintegrarse, al menos parcialmente, para promover la integración a otros niveles.

La integración representa una serie de interrelaciones única entre un conjunto de partes que, de alguna forma, las define como autónomas de otros sistemas y su entorno.

Pero para que el sistema interopere con otros sistemas y formen un sistema más extenso, algunas de las conexiones se verán comprometidas o se convertirán en redundantes.

Por ejemplo, a medida que una comunidad tradicional se integra en una nación-estado moderna, algunas de las conexiones sociales, económicas o culturales serán reemplazadas por otras conexiones que formen con la sociedad de la nación. Por lo tanto, se integran subsistemas a la organización global, pero a su vez se desintegran conexiones locales dentro de la comunidad.

Esta serie de nuevas conexiones reducen la integridad del sistema original, ya que las gobiernan una serie de reglas y protocolos diferentes, definidas por la organización global. Asimismo, reduce la autonomía del sistema original porque este se vuelve de alguna forma dependiente del nuevo sistema.